Este
artículo como otros es una adaptación de tonymorgan.com pero he de confesar que
su contenido lo he aprendido con dolor en mis propias carnes y eso que yo
estaba convencido de todo lo que dice, pero “del dicho al hecho hay mucho
trecho”. El mito
de: “formarles en la medida en que sirven, hacerles mientras hacen, que aprendan
haciendo” es una gran mentira si por ese concepto entendemos que basta la
acción y un par de charlillas para hacer a un líder. Doy testimonio –por
desgracia- de ello. Pero siempre es buen momento para corregirse y aprender ¿no
creeis?
"Nunca
tengas prisa en el nombramiento de un líder de la iglesia" (1 Timoteo 5:22)
Sin lugar a
dudas, una de las mejores cosas que podemos hacer por los líderes que estamos empezando a formar consiste en no
ponerlos en posiciones de liderazgo antes de que estén listos. La Biblia nos
enseña que debemos ser muy intencionales
a la hora de poner personas en roles de liderazgo.
El consejo
de san Pablo a Timoteo sigue siendo hoy crucial: “No impongas las manos a nadie
con ligereza”, que podría traducirse también: "Nunca tengas prisa en el
nombramiento de un líder de la iglesia" (1 Timoteo 5:22).
La Biblia
nos enseña este principio, cierto, pero una dificultad importante para ponerlo
en práctica es que la mayor parte de las veces estamos en “fase urgente”,
creemos en la formación de líderes cristianos y capacitación de ministerios
pero lo que tenemos delante son terribles huecos que llenar para que no se
nos caiga la catequesis o el coro de jóvenes o para que no muera una iniciativa
de discipulado o grupos pequeños que hemos empezado
Pero
precisamente aquí está la clave. Justo porque centramos nuestros esfuerzos en
“rellenar huecos” y no en el "desarrollo de líderes" nuestras tuberías de liderazgo
están secas. Esto es duro. Es algo que todo el núcleo parroquial debe
reflexionar. A veces se han de dejar de hacer cosas que funcionaban bien para
centrarnos en formar a las personas que están sintiendo una llamada al
liderazgo, al servicio, pero todavía no están capacitadas para realizarlo. Y ya
se nos ha caído el mito de “aprender haciendo”. Es necesario mucho más que eso.
Para
convencernos de ello quizás Dios permite no sólo que no sucede el bien mayor
que El tenía pensado premiar como fruto de la paciencia y la sabiduría
pastoral, sino que además sucedan “cosas ruinosas” que nos ayudan a ver que
nuestro planteamiento “pragmático y realista” es quizás lo menos práctico y
eficaz, todo lo contrario.
Ahí van varias situaciones que suceden cuando a un líder se le pone al frente de un
ministerio o actividad antes de que esté listo para ello.
1.- Líderes
de alta calidad comienzan a dejarlo
John
Maxwell lo llama "La Ley de la tapa." La capacidad de liderazgo es la
tapa que determina el nivel de eficacia de una persona. Los líderes de alta
capacidad se irán marchando con el tiempo si ven que el líder designado ya no
tiene más que entregarles. Lógicamente quieren ponerse en ambientes donde
pueden florecer. Frustar esa necesidad puesta en la misma naturaleza de su
llamada bajo capas de humildad, obediencia, etc. es luchar contra la misma ley
de crecimiento puesta por Dios.
2.- Salen a
la luz los defectos de carácter
Cuando
ponemos a líderes sin capacitar en una posición vital complicada les estamos
abocando a fallar. Por ejemplo ese líder ha completado una formación pero no
tiene todavía las actitudes cristianas suficientes, si aún así comienza su
ministerio los retos y dificultades –críticas, incomprensiones, desilusiones-
que se encuentre podrán con él y se sentirá profundamente fracasado. También
puede suceder que tenga esas actitudes pero no tenga las competencias
necesarias para desarrollarlo. En cualquier caso estas situaciones pondrán sus
defectos de carácter a la vista de todos arruinando en muchos casos el
ministerio y en otros casos directamente a su persona.
3.- Pasos
para atrás
Es un hecho:
una comunidad, un ministerio, nunca crece más allá del nivel de su líder. Si en
lugar de una visión pionera que mira hacia adelante, el líder es una persona que
no estaba listo para llevar continuamente a su comunidad hacia delante más allá
de toda dificultad lo que sucederá es que sea él mismo quien tire hacia atrás
de ella hasta que sienta que puede controlar las cosas aunque sea a base de dejarla
medio muerta.
4.- Tensión
en los equipos
Los líderes
fuertes reconocen inmediatamente el problema e inmediatamente se ponen manos a
la obra con la mejor manera de manejar la situación. Sin embargo un líder débil
dejará el problema siempre para más adelante produciendo un sin fin de
frustraciones, falta de motivación y finalmente divisiones.
5.- Ese
líder, al final, simplemente fallará
Muy pocas
personas que se les ha dado una posición antes de estar preparados son capaces
de servir el tiempo suficiente para aprender lo que necesitan saber. En la
mayoría de los casos, van a fallar en lo que le hemos pedido hacer y tendrán en
el dolor y la frustración que viene después de fallar en algo a lo que se
sentían llamados. Quizás no ha sido su culpa suya. Después de todo, ellos no
estaban listos, y sus dirigentes deberíamos haber reconocido eso.
Estos son
sólo algunos de los resultados de nombrar a los líderes antes de que estén listos.
Todas las parroquias y comunidades lo hacemos una y otra vez y es una de las
razones por las que debemos centrar nuestro esfuerzo en esto: formar líderes
cristianos. De esto realmente depende la
salud de nuestras parroquias y el crecimiento del Reino.