lunes, 7 de agosto de 2017

LA URGENCIA ¿EL MAYOR ENEMIGO DE LOS LIDERES QUE ESTAMOS FORMANDO?

Este artículo como otros es una adaptación de tonymorgan.com pero he de confesar que su contenido lo he aprendido con dolor en mis propias carnes y eso que yo estaba convencido de todo lo que dice, pero “del dicho al hecho hay mucho trecho”. El mito de: “formarles en la medida en que sirven, hacerles mientras hacen, que aprendan haciendo” es una gran mentira si por ese concepto entendemos que basta la acción y un par de charlillas para hacer a un líder. Doy testimonio –por desgracia- de ello. Pero siempre es buen momento para corregirse y aprender ¿no creeis?
 
"Nunca tengas prisa en el nombramiento de un líder de la iglesia" (1 Timoteo 5:22)

Sin lugar a dudas, una de las mejores cosas que podemos hacer por los líderes que estamos empezando a formar consiste en no ponerlos en posiciones de liderazgo antes de que estén listos. La Biblia nos enseña que debemos ser muy intencionales  a la hora de poner personas en roles de liderazgo.

El consejo de san Pablo a Timoteo sigue siendo hoy crucial: “No impongas las manos a nadie con ligereza”, que podría traducirse también: "Nunca tengas prisa en el nombramiento de un líder de la iglesia" (1 Timoteo 5:22).

La Biblia nos enseña este principio, cierto, pero una dificultad importante para ponerlo en práctica es que la mayor parte de las veces estamos en “fase urgente”, creemos en la formación de líderes cristianos y capacitación de ministerios pero lo que tenemos delante son terribles huecos que llenar para que no se nos caiga la catequesis o el coro de jóvenes o para que no muera una iniciativa de discipulado o grupos pequeños que hemos empezado

Pero precisamente aquí está la clave. Justo porque centramos nuestros esfuerzos en “rellenar huecos” y no en el "desarrollo de líderes" nuestras tuberías de liderazgo están secas. Esto es duro. Es algo que todo el núcleo parroquial debe reflexionar. A veces se han de dejar de hacer cosas que funcionaban bien para centrarnos en formar a las personas que están sintiendo una llamada al liderazgo, al servicio, pero todavía no están capacitadas para realizarlo. Y ya se nos ha caído el mito de “aprender haciendo”. Es necesario mucho más que eso.

Para convencernos de ello quizás Dios permite no sólo que no sucede el bien mayor que El tenía pensado premiar como fruto de la paciencia y la sabiduría pastoral, sino que además sucedan “cosas ruinosas” que nos ayudan a ver que nuestro planteamiento “pragmático y realista” es quizás lo menos práctico y eficaz, todo lo contrario.

Ahí van varias situaciones que suceden cuando a un líder se le pone al frente de un ministerio o actividad antes de que esté listo para ello.

1.- Líderes de alta calidad comienzan a dejarlo

John Maxwell lo llama "La Ley de la tapa." La capacidad de liderazgo es la tapa que determina el nivel de eficacia de una persona. Los líderes de alta capacidad se irán marchando con el tiempo si ven que el líder designado ya no tiene más que entregarles. Lógicamente quieren ponerse en ambientes donde pueden florecer. Frustar esa necesidad puesta en la misma naturaleza de su llamada bajo capas de humildad, obediencia, etc. es luchar contra la misma ley de crecimiento puesta por Dios.

2.- Salen a la luz los defectos de carácter

Cuando ponemos a líderes sin capacitar en una posición vital complicada les estamos abocando a fallar. Por ejemplo ese líder ha completado una formación pero no tiene todavía las actitudes cristianas suficientes, si aún así comienza su ministerio los retos y dificultades –críticas, incomprensiones, desilusiones- que se encuentre podrán con él y se sentirá profundamente fracasado. También puede suceder que tenga esas actitudes pero no tenga las competencias necesarias para desarrollarlo. En cualquier caso estas situaciones pondrán sus defectos de carácter a la vista de todos arruinando en muchos casos el ministerio y en otros casos directamente a su persona.

3.- Pasos para atrás

Es un hecho: una comunidad, un ministerio, nunca crece más allá del nivel de su líder. Si en lugar de una visión pionera que mira hacia adelante, el líder es una persona que no estaba listo para llevar continuamente a su comunidad hacia delante más allá de toda dificultad lo que sucederá es que sea él mismo quien tire hacia atrás de ella hasta que sienta que puede controlar las cosas aunque sea a base de dejarla medio muerta.

4.- Tensión en los equipos

Los líderes fuertes reconocen inmediatamente el problema e inmediatamente se ponen manos a la obra con la mejor manera de manejar la situación. Sin embargo un líder débil dejará el problema siempre para más adelante produciendo un sin fin de frustraciones, falta de motivación y finalmente divisiones.

5.- Ese líder, al final, simplemente fallará

Muy pocas personas que se les ha dado una posición antes de estar preparados son capaces de servir el tiempo suficiente para aprender lo que necesitan saber. En la mayoría de los casos, van a fallar en lo que le hemos pedido hacer y tendrán en el dolor y la frustración que viene después de fallar en algo a lo que se sentían llamados. Quizás no ha sido su culpa suya. Después de todo, ellos no estaban listos, y sus dirigentes deberíamos haber reconocido eso.

Estos son sólo algunos de los resultados de nombrar a los líderes antes de que estén listos. Todas las parroquias y comunidades lo hacemos una y otra vez y es una de las razones por las que debemos centrar nuestro esfuerzo en esto: formar líderes cristianos. De esto realmente depende  la salud de nuestras parroquias y el crecimiento del Reino.



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