Recientemente he tenido una conversación
muy interesante con gente que está liderando valientemente a su iglesia hacia
cambios significativos.
Aquí
hay 10 cosas que salieron de la conversación.
1. Ningún cambio tiene una perfecta
ejecución
No importa lo bien planeado que esté el
cambio, lo bien que se vea en el papel o el sentido que tenga en tu cabeza, no va
a salir exactamente como creías. Siempre va a haber una sorpresa. Algo supondrá
más tiempo, costará más o será más difícil de lo planeado. La clave es: trabaja
duro, planifica tu trabajo, persevera en tu plan y luego sé flexible.
2. La comunicación es clave
Durante la gestión del cambio, comunicar
el mensaje correcto al público correcto en el momento correcto es esencial y
puede llevar mucho tiempo. Las audiencias para comunicarse son variadas, desde la gente comprometida, pasando por el consejo pastoral, los catequistas, los
voluntarios y por supuesto la gente de misa de domingo.
3. Todos llevamos dos cubos encima
Todo el mundo lleva dos cubos consigo: un cubo de agua y un cubo de gasolina. Uno impulsa el cambio y el
otro lo apaga. Cuando haya quejas o dificultades enfoquemos bien nuestro
esfuerzo sin entrar en discusiones estériles.
4. Pensar en el futuro
La mayoría de las personas llevan bien
los cambios siempre y cuando no les afecte. Una cosa que se puede hacer para liderar
positivamente el cambio es simplemente prever esos pensamientos. ¿Qué van a
abrazar o rechazar las personas sobre el cambio que estás tratando de
implementar de acuerdo a cómo se van a sentir? Trata intencionalmente esos
puntos de presión.
5. No es fácil
Todos conocemos esos artículos de
portales de internet que cuentan cómo un párroco simplemente llegó y cambió las
cosas en su iglesia con dos claves que caben en un titular. Es falso. El cambio
es difícil, requiere tiempo y supone mucha valentía. No es para los pusilánimes. Cualquiera que te diga algo diferente en realidad no tuvo que liderar
un cambio.
6. El efecto Ripple
El cambio tiene un efecto de onda que a
menudo no se ve hasta mucho más tarde. Es como pintar la casa a la que te
acabas de mudar: hay que empezar por una pared, luego seguir con la otra y
luego la otra... Después, por supuesto, necesitas cambiar el suelo, los grifos,
los armarios, etc. Y cuando parece que has terminado es el momento de comenzar
con el exterior... nunca termina. Así que aquí está la conclusión: el cambio
tiene un efecto dominó.
7. La minoría tiende a tener una voz
mayoritaria
En una temporada de cambios, un pequeño
grupo de personas puede tener una voz fuerte y hacer que parezca que todos
están en tu contra. La mayoría silenciosa generalmente está contigo y aquellos
que son positivos rara vez lo dicen. Son los pocos negativos los que siempre
ladran más fuerte.
8. Liderar de manera diferente con
diferentes personas
¿Recuerda que la comunicación es clave en
una temporada de cambio? Bueno, también es clave recordar que no te comunicas y
lideras a cada grupo de personas de la misma manera. Cualquiera que tenga más
de 1 hijo sabe que no criamos a todos los niños de forma idéntica. De la misma
manera, no trates de guiar a todos los grupos de la misma manera.
9. Un pequeño cambio puede revelar
grandes problemas
Un cambio pequeño, aparentemente
inofensivo, puede decirle algo acerca de tu iglesia. Cuántas veces he visto a
los líderes de la iglesia tratar de cambiar algo que les pareció pequeño e
inocente hasta que se dieron cuenta de que estaban pisando una mina terrestre.
Asegúrate de que comprendes realmente no sólo qué cosas vas a cambiar o cómo
vas a cambiarlas, sino en qué está cambiando realmente la iglesia con esos
cambios y por qué.
10. Entrenamiento y Desafío
A veces las personas no tienen la
información correcta y no entienden por qué deberían involucrarse con el
cambio. Otras veces las personas no quieren participar del cambio porque tienen
sus propias preocupaciones. De cualquier manera, puede parecer que la gente
está cavando y luchando contra ti precisamente a causa del cambio que estás
tratando de hacer. Como líder, debes averiguar si están peleando por ignorancia
u obstinación. La ignorancia se combate entrenándoles, la obstinación desafiándola.
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